
Los griegos en la antigüedad buscaban una explicación para la belleza y establecieron unos conceptos de simetría, proporción, equilibrio y armonía y así es como nace la proporción divina o áurea.
Se basa en leyes matemáticas, geométricas y físicas que se han utilizado como un indicador de la perfección y la estética. En odontología también se aplican estas proporciones basándose en el tipo facial del paciente para poder evaluar la forma y tamaño de los dientes y así lograr la sonrisa deseada.
En el sector anterior, la proporción áurea se presenta cuando existe una relación matemática de 1,618 para el incisivo central, 1,0 para el lateral y 0,068 para el canino. De esta manera podemos decidir el ancho ideal de los dientes que más se muestran al momento de sonreír.
Hay algunos otros parámetros que se deben seguir para conseguir armonía, como por ejemplo el largo de los incisivos. Los incisivos centrales deben ser al menos 1 mm más largo que los laterales y los caninos del mismo largo de los incisivos centrales. Esto se demuestra al establecer una línea curva imaginaria que sigue el trayecto de los bordes incisales de los dientes anteriores superiores (de canino a canino). Esta curvatura, debe coincidir o ir paralelamente con la curvatura del borde interno del labio inferior.
Otro parámetro es que al estar en reposo los labios, debe mostrarse al menos 2 mm del borde de los incisivos superiores.
La relación de la encía con el labio superior también es muy importante. Al momento de sonreír no se debería ver más de 1 mm de la encía que está sobre los incisivos superiores.
Aparte del color de los dientes son muchos los puntos que se deben tomar en cuenta al realizar un diseño de sonrisa, es por esto que es necesario que este tratamiento sea realizado por un especialista en Estética Dental.
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